La siembra (RL)

Cuento: La siembra
Autor: Anguel Karaliichev

Una mañana en algún lugar cercano al monasterio de Santa Marina el abuelo Stoilo estaba arreando el campo mientras Boicho recogía zarzamoras. El pequeño, temblando, con las piernas humedecidas por el rocío, se metió en la boca un puñado entero de zarzamoras y corrió hasta donde se encontraba el abuelo.Boicho quería llevarse una calabaza pero el abuelo lo detuvo y le dijo que se la comerían hasta el mediodía, entonces el pequeño se puso a ayudar a su abuelo a recoger el arado.
Los búfalos pusieron sus fuerzas en tensión, pisaron despaciosamente y se hundieron en la blandura de la tierra húmeda. La reja penetro profundamente. La tierra se resquebrajo. Una perdiz que dormía bajo el follaje del maíz, sacudió las alas, asustada.
Boicho se volvió y contemplo los surcos.En una tierra de estas, cuando dejas caer el grano, lo recogerás al cabo de un año de la altura de un hombre.
A lo lejos se observa un carro. Al principio divisaron dos caballos negros. Arrastraban suavemente una carreta nueva y la hacían rodar al borde de la parcela del abuelo Stoilo. Dos muchachos saltaron de la carreta en cuanto vieron a Boicho. Querían invitarlo a la ciudad a estudiar pero el abuelo se negó.El carretero azuzó los caballos y el vehículo se hundió en el bosque. Habían alborotado el pequeño corazón de Boicho, atrayéndolo a un mundo lejano y desconocido, para luego perderse.
El pequeño comenzó a arar solo pero el abuelo dijo que podrían descansar y continuar al mediodía. Se fueron a comer esa calabaza pero Boicho ya no quiso comer mas. Tenía una amargura y sufría. El abuelo le dijo que el estudio no era para ellos, porque si todos estudiaran entonces quien haría esos zurcos en la tierra, y que la tierra los necesitaba hay para recoger sus frutos.Una sonrisa en el rostro de Boicho apareció y entonces ambos se sentaron a contemplar el campo mientras los rayos del sol lo bañaban en un aura que representaba su magnificencia. 

Suerte, Alex...

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